"Cada (tic-tac) es un segundo de la vida que pasa, huye, y no se repite. Y hay en ella tanta intensidad, tanto interés, que el problema es sólo saberla vivir. Que cada uno lo resuelva como pueda." - Frida Kahlo-
-¿Has pensado ya cual va a ser el deseo para este año? –me preguntó Rubén.
Nos dirigíamos al Asador de Aranda a celebrar mi 35 cumpleaños. Ibamos entrando a Barcelona por la Diagonal, camino a la Avenida Tibidabo y nuestros planes eran una buena comida y una visita al Cosmo Caixa para disfrutar de Sapiens, la exposición de Ferran Adriá. Me encanta esa entrada a Barcelona, me gusta ir en coche, abrir un poquito la ventanilla y oler la calles, el movimiento. Me cautiva sus infinitas posibilidades y quedo medio hipnotizada mirando a la gente pasear. Me encanta el efecto del edificio rojo de metal que desde lejos parece de terciopelo, los pisos de techos altos con ventanas limpias y sin persianas, que me permiten por un instante adentrarme en cada una de las historias de sus habitantes…pero en ese momento iba apretujada en el asiento de atrás, jugando al veo, veo con Lilah y de reojo miraba a Pau, que andaba embobado en las chispitas que el sol dibujaba al rebotar en su juguete.
-¿Has pensado ya cual va a ser el deseo para este año? –me preguntó Rubén.
Nos dirigíamos al Asador de Aranda a celebrar mi 35 cumpleaños. Ibamos entrando a Barcelona por la Diagonal, camino a la Avenida Tibidabo y nuestros planes eran una buena comida y una visita al Cosmo Caixa para disfrutar de Sapiens, la exposición de Ferran Adriá. Me encanta esa entrada a Barcelona, me gusta ir en coche, abrir un poquito la ventanilla y oler la calles, el movimiento. Me cautiva sus infinitas posibilidades y quedo medio hipnotizada mirando a la gente pasear. Me encanta el efecto del edificio rojo de metal que desde lejos parece de terciopelo, los pisos de techos altos con ventanas limpias y sin persianas, que me permiten por un instante adentrarme en cada una de las historias de sus habitantes…pero en ese momento iba apretujada en el asiento de atrás, jugando al veo, veo con Lilah y de reojo miraba a Pau, que andaba embobado en las chispitas que el sol dibujaba al rebotar en su juguete.
Asi que, entre una cosa y otra, casi no preste atención a la
pregunta de Rubén. La escuché de pasada e intenté contestar para no resultar maleducada
pero surgió algo bastante típico y sin sentido. Pero, parece ser que algo
dentro de mi capto la señal y enseguida la respuesta vino a mi, sin el mas mínimo
esfuerzo de tener que pararme a pensar. -“Quiero ser hogar”, salio de mi boca,
sin saber muy bien, de donde venía ni cual era el significado de mi deseo.
Rubén, enfocado en encontrar la calle correcta para tomar la Avenida Tibidabo me miro a través del retrovisor con una expresion de "desarrolle su respuesta".
Él tiene un sensor especial para detectar lo que viene del trascendente.
Por un instante, sentí el deseo, en un momento lo hice mio y pocos segundos despues me llegaba la explicación de esa sensación traducida en palabras.
-"Quiero ser hogar,
quiero que mis hijos se sientan en casa con el sencillo hecho de
estar conmigo". No se como sonara así, escrito, leído, pero sentido, puedo asegurar que sonó muy
fuerte y que definitivamente ese es mi deseo de cumpleaños.
Enseguida llegamos a nuestro destino. Habíamos cenado allí un
par de veces cuando todavía eramos novios y me encantó ver aquel lugar de día.
Un pequeño palacete con varios espacios llenos de luz, una vajilla preciosa y
un ambiente muy agradable, perfecto para celebrar este cumpleaños. Nada mas llegar nos ofrecieron cava y brindamos por un nuevo ciclo,
aquel restaurante nos había visto ruborizar en nuestras primeras citas como
pareja y allí estábamos, en una mesa de cuatro, donde los colores y los trozos
de pan habían robado el lugar de la brillante cristalería.
A la hora del postre, llegaron dos deliciosas milhojas de
crema y nata con el numero 35 y dos chispeantes bengalas. A todos nos ha pasado
que te cantan cumpleaños feliz en un restaurante y no sabes para donde mirar,
pero yo me di cuenta, que esta vez tenia frente a mi el regalo mas grande que
la vida podía darme y que no podía dejar de mirarlos. Ruben, Lilah y Pau cantándome
la canción más bonita que nunca había escuchado.
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